viernes, 28 de abril de 2017

Ni el aborto de unos ni el de los otros



Es un griterío de sordos. Una ley se atreve a dictaminar sobre el discutido tema del aborto y una multitud salta ofendida. Unos no lo aceptan. Otros quieren más. Ambos pontifican irreconciliables. Nadie tiene serenidad para pensarlo y menos para conversarlo. Pero ni los dogmas religiosos ni los políticos pueden imponerse si no parten de razones profundas que confluyen. Las iglesias de origen cristiano se aferran al principio, que no está en el evangelio, de que el feto en el seno de su madre es un ser plenamente vivo. Aseguran que tiene vida total desde el instante de la fecundación y tiene derecho intocable a la vida. No queda resquicio para legislar. En el otro extremo, los movimientos feministas y los abortistas parten del derecho de la mujer a decidir soberanamente sobre su cuerpo. Deciden un aborto como deciden que se les extirpe el apéndice. Nadie puede legislar sin invadir su ámbito personal de decisión.
Ni uno ni otro. No existe certeza científica de que el feto sea plenamente un ser vivo. Es una teoría. En el otro extremo, el feto tiene un principio de vida que no tiene la uña que cortas sin problema. El feto no tiene todos los derechos, pero tampoco carece de todos. Las personas tenemos dos procesos de formación. Desde la fecundación hasta el parto se está formando la vida. El embrión avanza hacia la vida. Tiene, pero vida en construcción. Vamos entrando a la vida, pero no la tenemos del todo mientras no se nos corta el cordón umbilical. En ese momento empieza otro proceso de crecimiento diferente. Ya estamos vivos, pero necesitaremos crecer permanentemente como personas, necesitamos desarrollar nuestras capacidades y nuestras facultades. Se desarrolla nuestra inteligencia, nuestra sociabilidad, nuestro dominio del cuerpo y del entorno, nuestra libertad. Por nueve meses se formó la vida. Por noventa años se hace la persona.
Mientras el embrión no tiene la vida plenamente, no tiene tampoco plenos los derechos del ser vivo. Pero tampoco carece totalmente de vida y en la medida que va accediendo a la vida, va accediendo a los derechos, al respeto que supone la vida. Ya merece cuidados, pero pudieran darse casos en los que sea posible hasta su eliminación, que es el aborto, como hay momentos y casos en los que debamos apoyarlo y hacer posible su camino a la vida. Esa parece ser la realidad de la reproducción y de la gestación. Lo difícil es encontrar esa borrosa frontera entre lo que se debe y lo que no se debe. La madre es la que mejor pudiera decidir, aunque, como todos, también puede errar. El ideal sería que juntos busquemos el justo medio. 

http://www.eldeber.com.bo/opinion/Ni-el-aborto-de-unos-ni-el-de-los-otros-20170426-0091.html     Alvaro Puente

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