Cuatro mitos
sobre alimentación, desmentidos Stephanie Lee Ayer 1:56pm
Ilustración: Sam Woolley
Hay
muchas normas extrañamente específicas sobre cuándo comer para bajar de peso,
pero por sí solas no sirven para nada. Desayunar como un rey y cenar como un
mendigo. Hacer
pequeñas comidas cada pocas horas. Estas reglas son menos importantes de lo que piensas, y si ayudan no es por lo que crees.
pequeñas comidas cada pocas horas. Estas reglas son menos importantes de lo que piensas, y si ayudan no es por lo que crees.
Mito: tienes que tomar un desayuno abundante a primera hora
Imagen: with wind / Flickr
Lo
sentimos, no hay nada de especial en el desayuno. No es “la comida más importante del día”. Al menos no para todo el mundo.
Durante años nos han hablado (especialmente las
empresas que venden cereales)
de los beneficios del desayuno, como que nos ayuda a evitar comer en exceso,
pone en acción nuestro metabolismo o <inserta aquí cualquier otro beneficio
relacionado con bajar de peso o controlar la obesidad>.
Pero
aquí está el problema: casi todos los estudios sobre el desayuno están
sesgados. Un estudio
de la American Journal of Clinical Nutrition concluyó que la mayoría de
investigaciones sobre saltarse el desayuno y aumento de peso se llevaron a cabo
con la intención explícita de forzar esa correlación. Del mismo modo, el
argumento de que los
niños en edad escolar que no desayunan son más propensos a tener sobrepeso parece convincente, pero centra su
atención en el programa de desayunos de la escuela y si el niño come lo suficiente en casa, en lugar de preguntarse si el desayuno
en sí es una pieza clave de la alimentación.
Es
más, algunos de estos estudios
sobre el desayuno están
financiados por la industria alimentaria, incluidas las compañías de cereales
como Kellogg’s y General Mills, que tienen un gran interés en que te comas sus
desayunos. En otras palabras, muchos de estos estudios sobre nutrición estaban
condenados metodológicamente desde el primer momento.
En
mi caso, suelo alternar entre hacer el desayuno y saltármelo. Tomar o saltarse
el desayuno en sí importa menos que lo que comes, la cantidad que comes y qué estilo
de vida llevas. La gente hace el desayuno por una variedad de razones, pero eso
no va a ayudar a que de repente bajes una talla de pantalón. Toma el desayuno
cuando de verdad quieras hacerlo y dale un puñetazo a cualquiera que te haga
sentir mal por saltártelo.
Mito: tienes que hacer pequeñas comidas cada dos o tres horas
Imagen: kellywritershouse / Flickr
Solía
trabajar con personas que —Dios las bendiga— tenían cada una de sus seis
comidas diarias perfectamente racionadas en tuppers de
plástico de aspecto cristalino. Cada pocas horas hacían su trayecto a la nevera
y papeaban con alegría durante cinco minutos. “Mantiene activo mi metabolismo”,
solían decir. Pero ese principio subyacente era una gran mentira.
Repite
conmigo: comer muchas comidas
pequeñas no estimula tu metabolismo.
Para algunas personas, cuanto más se come, más hambre se tiene; de hecho, se
pueden terminar ingiriendo más calorías de las que sumaría un menor número de comidas más grandes. Pero hacer más comidas a lo largo del
día puede beneficiar psicológicamente a algunas personas, especialmente cuando
encuentran difícil hacer dieta, y puede ayudarles a evitar los atracones
después de un largo día pasando hambre en la oficina. Por otro lado, hay
motivos de salud tanto para comer como para evitar comer con frecuencia, por
ejemplo regular la cantidad de azúcar en sangre.
Como señala este estudio del British
Journal of Nutrition,
tu cuerpo va a procesar todas las calorías del mismo modo tanto si vienen en
uno o en tres grandes paquetes, como si vienen siete más pequeños. En esencia,
las comidas frecuentes son simplemente una estrategia para ayudar a controlar
el apetito y el consumo consciente, de manera que, si tomar más comidas
funciona para ti, entonces hazlo.
Mito: tienes que comer justo después de hacer ejercicio
Imagen: joshp /
Flickr
Existe
la idea entre los cachas del gimnasio de que tienes que tomar un batido de
proteínas y una buena fuente de carbohidratos para reponer tus reservas de
energía en los 45-60 minutos siguientes al entrenamiento, de lo contrario todo
ese trabajo duro no habrá servido para nada. Puesto que nadie quiere correr el
riesgo de retrasar su tonificación, el miedo a saltarse la “ventana anabólica
posentrenamiento” queda perpetuado por la filosofía del “por si acaso”.
Por
suerte, esta revisión
del Journal of the International Society of Sports Nutritiondespeja un poco las dudas: para la
mayoría de nosotros, la hora a la que comamos después de nuestro entrenamiento
no importa tanto como el hecho de comer tarde o temprano una comida sustanciosa
(que idealmente contenga tanto carbohidratos y proteínas). Si no puedes
sentarte a hacer una comida adecuada hasta pasadas unas horas de tu
entrenamiento, tus músculos no van a marchitarse y morir como te han hecho
creer los foros de Internet (¡menos mal!).
No
comer inmediatamente después de tu entrenamiento solo podría afectarte si
tienes otra actividad intensiva programada para el mismo día. De lo contrario,
estarás bien. Los autores de este estudio dicen en una entrevista con Born Fitness que, si ya ha comido antes de
hacer ejercicio, puedes retrasarte hasta 6 horas antes de que no comer empiece
a hacerle daño a tu recuperación. Y aunque no exista la urgencia de comer
inmediatamente, un burrito del Chipotle es sin duda un buen incentivo para
terminar tu entrenamiento, así que si te ayuda a llegar a la meta: que lo
disfrutes. Si estás tratando de maximizar los beneficios de ir gimnasio, lo más
importante es que te centres en conseguir
suficientes proteínas y
calorías para todo el día, y descanses
lo suficiente.
Mito: tienes que dejar de comer horas antes de irte a la cama
Imagen: sociotard / Flickr
Probablemente
hayas escuchado que debes dejar de comer horas antes de acostarte, porque si no
todas las calorías se almacenarán automáticamente en forma de grasa y subirás
de peso. El tema es que la mayoría de estas normas son solo rituales para
regular tus hábitos alimenticios. La razón es que una gran cantidad de personas
pican por las noches cosas como helado, pizza, galletas y otros alimentos de
alto contenido calórico que realmente pueden conducir a un aumento de peso.
Decir que “no puedes” comer a unas horas establecidas de forma arbitraria ayuda
a controlar las calorías totales y a evitar hábitos potencialmente
autodestructivos.
Dicho
esto, vale la pena señalar que este consejo puede aplicarse a las personas que
tienen problemas digestivos, como la enfermedad
por reflujo gastroesofágico (ERGE).
Si estás en esa situación, sin duda deberías evitar comer un par de horas antes
de acostarte, ya que al hacerlo podrías agravar la indigestión y la acidez
estomacal.
Todas
estas estrategias pueden funcionar como parte de un plan de pérdida de peso,
pero por razones que no tienen nada que ver con lo que dicen los gurús de las
dietas. En la mayoría de los casos, simplemente ritualizan tu alimentación para
que controles el hambre y los antojos. Pero eso no significa que vayan a
funcionar de manera mágica para todo el mundo, por lo que debes mirar más allá
del mito y fijarte en el comportamiento que puede ayudarte a
adelgazar. Recuerda: si quieres que te queden esos pantalones vaqueros, todo se
reduce a las calorías totales y los hábitos que desarrolles alrededor de ellas. Cuándo ingieres
esas calorías tiene un efecto menor de lo que se piensa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario