No existe evidencia
científica sustentable que pruebe la existencia del Síndrome de postaborto
La Razón (Edición Impresa) / Gabriela
Yáñez Garvizu *
El concepto de Síndrome de postaborto comenzó
a ser desarrollado por los psicoterapeutas Vincent Rue y Anne Speckhard a
finales de los 80. Ellos afirman que después de que una mujer aborta sufre un
síndrome que se caracteriza por sentimientos de tristeza, culpa, ansiedad y
tendencia al suicidio entre otros. Insinuando así que todo aborto provocaría un
trastorno mental. ¿Es esto cierto? ¿El Síndrome de postaborto existe?
Existen dos manuales a nivel mundial que
se utilizan para realizar diagnósticos clínicos de enfermedades mentales: la
Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE), editada por la OMS; y el
Manual Diagnóstico y Estadístico de Enfermedades Mentales (DSM), editado por la
Asociación Americana de Psiquiatría. Llama la atención que el Síndrome de
postaborto no se encuentre en ninguno de estos dos manuales, pese a que son
actualizados regularmente y que muchos equipos de investigación han tratado de
que este síndrome se reconozca por más de 30 años. Su ausencia en estos
manuales es una evidencia bastante sólida de que el Síndrome de postaborto
carece de evidencia científica.
Existen investigaciones que tratan de
probar la existencia de este síndrome con cifras astronómicas relacionadas con
las consecuencias de un aborto, cifras que si fueran reales habrían provocado
una alerta en la comunidad médica mundial. Por varios factores, es posible
afirmar que estos estudios no son válidos. En primer lugar, no se separa a las
mujeres con antecedentes de enfermedades mentales antes del embarazo de
aquellas que no los tenía; tampoco se diferencia el aborto espontáneo o forzoso
del voluntario; y no se elimina del grupo de estudio a las mujeres que
experimentaron embarazos deseados, pero luego los interrumpieron debido a
inviabilidad del feto o porque su vida corría peligro.
Además, no toman en cuenta cómo la mujer
vivencia la situación. Puede ser que un embarazo no planificado resulte en una
experiencia positiva para una mujer, por lo tanto, ella no verá el aborto
voluntario como positivo. Sin embargo, para una mujer que percibe un embarazo
no deseado como una situación estresante el aborto representa un alivio.
Los estudios que sí toman en cuenta las
circunstancias de la interrupción voluntaria del embarazo han mostrado que: i)
la forma en la que una mujer afronta un aborto voluntario tiene mucho que ver
con sus circunstancias sociales e individuales. La situación se torna más
estresante cuando el medio condena el aborto, cuando se hace en condiciones
insalubres, cuando el personal médico la maltrata y cuando hay poco apoyo
social.
ii) La manera en la que una mujer vive
esta experiencia tiene mucho que ver con el modo en que enfrenta situaciones
estresantes en general, es decir, de sus capacidades de afrontamiento.
iii) Las mujeres que han mostrado
sentimientos negativos después de un aborto viven, en su mayoría, en sociedades
donde el aborto es ilegal y es considerado un crimen. Los sentimientos de culpa
son generados por el entorno que juzga a las mujeres por su elección,
considerándolas malas personas, asesinas o inhumanas.
iv) En experiencias recogidas en mujeres
de diferentes estratos sociales y culturales, las mujeres, particularmente
cuando el aborto es legal y voluntario, encuentran que se trata de una
experiencia positiva, con crecimiento y maduración psicológica; y en lo
inmediato, sienten una sensación de alivio y de haberse responsabilizado por la
propia vida.
En resumen, el Síndrome de postaborto no
puede ser considerado un trastorno mental real, debido a que no hay evidencia
científica sustentable que pruebe su existencia.
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