domingo, 9 de octubre de 2016

RESILIENCIA

Por: Álvaro Villanueva 8/10/2016

Ante la buena acogida que tuvo el primer artículo sobre Resiliencia, le he pedido a Pilar Vecina que publique otro. No dejéis de leerlo, es muy recomendable.
En la pasada entrada en la que se habló de Resiliencia, comentamos que una de las piezas claves era la autoestima, el estimarse-quererse a uno mismo.
Considero de suma importancia hablar del concepto de confianza en uno mismo, algo que va inherente al concepto de “Crecer ante la adversidad”.
Muchas son las veces que hablamos con nosotros mismos acerca de personas que, conocidas o no, juzgamos libremente, pero me atrevo a decir que, en muchas ocasiones, con los que más crueles y exigentes nos mostramos es con nosotros mismos…y lanzo una atrevida pregunta al lector que hoy está ante este artículo… ¿Realmente confías en ti mismo? Algo que ayuda a responder a esa pregunta con un no, es el sentir la posibilidad de fracaso, el miedo a no ser lo suficientemente bueno para cumplir con las expectativas de los demás, miedo a ser juzgado como alguien que no es lo valioso que debiera para afrontar determinados retos…¿Pero somos conscientes de cómo la opinión de los demás, sus comportamientos y actitudes, además de sentimientos que provocan en nosotros condicionan nuestro autoconcepto? ¿Alguna vez te has preguntado qué puedes hacer para creer en ti?
A pesar de que esta serie de recomendaciones se pueden generalizar a cualquier persona, me centraré en aquellas que viven en su día a día con una enfermedad poco frecuente y que, como ya dijimos en el anterior artículo, hay una serie de peculiaridades que hay considerar indudablemente.
Considero de gran interés el cambio de percepción acerca de la situación. ¿Qué pasaría si cambiásemos la visión de dificultad por la de reto o desafío? Cuando tendemos a transformar el enfoque de nuestro objetivo y, este, pasa a ser positivo, la motivación aumenta considerablemente, y nos conduce a la acción. Ayer leía una frase que decía, “el destino no es lo que va a pasar, es lo que quieres que pase”. Estaréis de acuerdo conmigo en que hemos deseado muchas veces que algún deseo se convierta en realidad, pero ¿Dónde está nuestro plan de acción para promover que se cumpla? Es iluso desear algo sin considerarnos agentes activos de ese deseo. Seamos capaces de identificar y visualizar qué es lo que nos hace sentir satisfechos ante determinadas situaciones. Hay que adquirir un compromiso con nosotros mismos, con nuestras metas y con nuestro proyecto de vida. Un profesor de máster un día me preguntó: Y tú, Pilar, ¿qué quieres que ponga en tu epitafio?. Hoy yo os lanzo esta pregunta a vosotros ¿cómo queréis ser recordados? ¿qué huella queréis dejar?
Pensemos en metas que queremos alcanzar y que nos van a ayudar a sentirnos mejor con nosotros mismos. Y recuerden, metas realistas e intenten que sean a corto plazo para no desfallecer en el intento y ser invadidos por la frustración.
A coalición con lo anterior, la toma de decisiones suma un papel fundamental en la resiliencia. A veces, nos abstenemos a decidir por el miedo a lo que pueda acontecer después, pero ¿consideráis que ignorar el problema va a hacer que desaparezca o sea olvidado? Tenemos que tener en cuenta que en cada una de las decisiones importantes que tomamos, existen riesgos, ¡sí!. Seguramente muchas veces podemos sentir que no hemos elegido el camino correcto, pero, señoras y señores, lo hemos intentado y, además, seguramente podamos aprender de ese resultado y del cómo se ha gestionado ese proceso, con el fin de reestructurarlo, valorarlo y ponerlo en nuestra mochila como una oportunidad de aprendizaje y orientación para el futuro. Aceptemos el resultado, felicitémonos por haber sido capaz de valorar alternativas y tomar la decisión, algo sumamente difícil cuando lo emocional media entre nuestros pensamientos, pero posible.
El mantener relaciones sanas con otros, promueve que aumente nuestra fuerza personal, nuestra identidad y, además, nos enriquezcamos de sus experiencias, compartiendo las nuestras propias y consiguiendo el desahogo emocional, tan importante en la vivencia de una enfermedad. Por eso cuando caminemos, es conveniente que lo hagamos de la mano de personas que tengan coraje, de los que nos inunden con su alegría, de los que estén dispuestos a actuar, de los que tengan la cabeza en las nubes (soñadores), pero los pies muy bien anclados a la tierra, de esas personas que sean capaces de encender tu fuego interno para que podamos ser más felices y dejemos un mundo mejor del que nos encontramos.
En este punto adquiere gran fuerza el movimiento asociativo. El pertenecer a un colectivo con el que podamos identificarnos, ayuda a gestionar mejor ese proceso de aceptación, a concienciarnos de que el cambio forma parte de la vida y promueve el enfoque a la acción y al compromiso del que hablábamos antes.
Otro concepto que nos ayudará a ser resilientes es mantener la perspectiva. Cuando existe un problema, tendemos a seguir pensando sobre él, parece que no podemos focalizar la atención en otra cosa, incluso, en muchas ocasiones, nos duele hasta la cabeza u otras partes del cuerpo por la tensión acumulada, tendiendo a la psicosomatización (proceso mediante el cual las dolencias de nuestro cuerpo son el reflejo de lo que estamos sintiendo). Entramos en un círculo vicioso difícil de atajar, lo que en Piscología se llama “rumiación”. En estas ocasiones, es conveniente tomar distancia y ser capaces de reconocer las distorsiones cognitivas (errores del pensamiento) que tienden a invadirnos. En otro momento, os hablaré de ellas para que aprendamos a identificarlas y, por ende, cambiar el enfoque que otorgamos a una situación determinada.
Y por último, aunque quedan bastantes aspectos que me encantaría transmitiros, quería realzar el valor del optimismo, del intento de no perder la esperanza. La situación que nos acontece es algo que está ahí, que no podemos cambiar por mucho que nos empeñemos, por eso te animo a que dejes de preguntarte qué temes y te preguntes lo siguiente: ¿Qué deseas? ¿Qué quieres? ¿Qué cosas buenas y realistas esperas? ¿Qué depende de ti para poder alcanzar algo que anhelas? No es suficiente esperar cosas buenas, sino que hay que buscarlas y promover que sucedan. Para alcanzar esto, nuestra actitud es fundamental. Por eso acabo con una frase de Oprah Winfrey que dice así: “El descubrimiento más grande de todos los tiempos es que una persona puede cambiar su futuro con sólo cambiar su actitud”, y yo os pregunto ¿Por qué esperar a mañana…?


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