No tenemos genes «terminator» que nos
hagan envejecer, asegura María Blasco, directora del Centro Nacional de
Investigaciones Oncológicas
"Sin envejecimiento no habría enfermedades
distintas de las infecciosas", señala María Blasco.- PILAR QUIJADA Madrid
27/09/2016
20:21h - Actualizado: 28/09/2016 Ciencia
Para María Blasco, directora
del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas,
divulgar lo que se está
investigando en envejecimiento es importante. Por eso ha
escrito, en colaboración con la periodista Mónica Salomone, "Morir Joven, a los 140" (Paidós).
"El envejecimiento es un campo de
mucho interés para la sociedad, pero hay mucho ruido por parte de gente que te
quiere vencer cualquier cosa para no envejecer. Y libros como esté son
importantes para evitarlo. Haymucho mercadeo de productos «antiaging» que
son una tomadura de pelo. El objetivo de este libro es explicar los procesos moleculares
del envejecimiento celular y molecular, que no son las arrugas, sino lo que
lleva a las enfermedades no infecciosas asociadas a la edad, como el cáncer o
los trastornos cardiovasculares, entre otras".
¿El límite de nuestra vida está en los 120
años?
Sin hacer nada para retrasarlo, si. La
persona más longeva de la especie humana es Jean Calment (1875-1997), una
supercentenaria francesa confirmada como la más longeva de la historia, que
llegó a 122 años y medio. Por su constitución genética y sus hábitos de vida
alcanzó una longevidad extrema. En este libro hablamos de la investigación
encaminada a retrasar el envejecimiento natural. En ratones hemos conseguido
que vivan un 40% más. Si lo pudiéramos aplicar a humanos, calculamos que
podríamos llegar a los 140 años. Sin embargo, no se puede traducir de forma
directa lo que ocurre en ratones a nuestra especie. Porque el envejecimiento en
los roedores es cien veces más rápido que en humanos, porque están cien veces
menos protegidos que nosotros. Un ratón vive de media un año, puede llegar a
dos y muy pocos a tres. Los humanos vivimos de media 80 años, pero podemos
llegar a 120.
¿El envejecimiento es un programa
genético?
No hay programas genéticos para envejecer.
Lo que tenemos son programas genéticos para mantenernos jóvenes. Cuando estos
programas dejan de funcionar, se produce una acumulación de daño y
envejecimiento. Estudiar estos procesos nos ayuda a entender por qué se
producen las enfermedades y ofrecer nuevas herramientas terapéuticas para su prevención
y el tratamiento.
¿Sin envejecimiento, habría enfermedades?
Yo creo que no. Habría enfermedades
infecciosas, siempre puede aparecer un nuevo germen letal y matarnos. También
en la infancia hay cánceres infantiles no asociados al envejecimiento. Pero si
nos quedáramos parados en los 20-30 años, la frecuencia de enfermedades sería
mucho más baja. En esta franja la causa más frecuente de muerte son los
accidentes.
¿Ve posible detener el envejecimiento o es
ciencia ficción?
Ahora mismo es ciencia ficción, pero
conceptualmente es posible. Porque estamos empezando a aprender cómo funciona
el proceso de envejecimiento celular y estamos consiguiendo alterarlo para
evitar las enfermedades asociadas a él. El Nobel de Física Richard Feynman
pensaba, de forma premonitoria, que el envejecimiento debería ser un problema
que se puede resolver porque no hay ninguna ley natural que lo favorezca. La
evolución no ha generado "genes terminator" que nos maten. Ha
generado un programa que nos mantiene jóvenes. Pero ese programa que decae con
la edad, probablemente porque es más eficiente tener hijos y pasarles los
genes. Si no envejeciéramos posiblemente nos reproduciríamos menos.
De hecho hay animales muy longevos...
Distintas especies han elegido distintas
estrategias, eso también es importante. Tenemos una visión muy antropocéntrica,
pero la naturaleza es muy variada. Hay animales, como la hidra, que básicamente
es inmortal y no envejece. O las ballenas que viven 250 años. Nosotros somos
menos eficientes a la hora de mantener el programa de juventud.
¿El envejecimiento tiene que ver con el
tamaño?
Creo que no. Si comparamos murciélagos y
ratones, que son muy similares en tamaño, el murciélago puede llegar a los 20
años y el ratón vive dos. Seguramente, porque el murciélago, al volar, tiene
menos depredadores y ha conseguido reproducirse a edades más tardías. Y eso
hace que el programa de juventud se mantenga más tiempo porque interesa como
estrategia evolutiva.
¿Entonces depende de los peligros a que
estamos sometidos?
Que un ratón viva como máximo tres años y
nosotros 120 tiene que ver con el tiempo que sobrevivimos en la naturaleza,
evitando depredadores, superando infecciones o consiguiendo comida. Y en ese
sentido no somos la especie más exitosa, las ballenas nos ganan. Pero en la
naturaleza un ratón vive seis meses. Y está "diseñado" para tener
unos genes útiles en esos 6 meses. Nosotros hemos superado lo natural y
envejecemos, pero en la naturaleza no existe el envejecimiento. Esto nos lo
dijo Arsuaga en una de las conversaciones que tuvimos con él cuando
preparábamos el e libro. Y es verdad, los animales están en plena forma o han
muerto de una infección o cazados por otros. Si los humanos fuéramos capaces de
vivir jóvenes y saludables, también moriríamos accidentalmente, y no por cáncer
o alzhéimer.
¿Parar el envejecimiento incluiría parar
las enfermedades neurodegenerativas?
Sí. Las enfermedades se producen porque
envejecemos y el programa de juventud deja de protegernos de la acumulación de
daño como el acortamiento de los telómeros, la parte final de los cromosomas.
Este decaimiento puede producir cáncer pero también enfermedades
neurodegenerativas, como Alzheimer o Parkinson, o infartos si lo que decae es
la capacidad del corazón para contraerse adecuadamente.
Hasta ahora veíamos los genes como una
sentencia, ¿ha cambiado esa visión con la epigenética, que tiene en cuenta la
influencia del ambiente?
Más que de genes me gusta hablar de
procesos moleculares. La acumulación de daño puede ser por los genes o por los
factores ambientales. ¿Qué pesa más, el ambiente o que nuestros genes dejen de
protegernos? Hasta los 70 años parece que tiene más peso el ambiente donde
vivimos que los genes. Pero cuando sobrepasas esa edad y te aproximas a
centenario, los genes son determinantes.
¿Hasta qué punto esos factores ambientales
se traducen en marcas en los genes?
Regulan la expresión de los genes o causan
daños directos, como el hecho de fumar, porque acelera el envejecimiento
molecular y los telómeros se acortan.
¿Y el estrés influye?
La influencia del estrés es muy
interesante. Elizabeth Blackburn, que descubrió la telomerasa, relacionaba el
acortamiento de los telómeros con el estrés. Es una investigadora muy seria,
que recibió un Nobel en 2009 por sus investigaciones. Colaboró con Elissa Epel
para ver cómo influía el estrés en la longitud de los telómeros en mujeres que
cuidaban a familiares. Y vio que eran más cortos porque la telomerasa,
encargada de repararlos, no los mantenía bien. Cuando Blackburn y Epel
presentaron esto en un congreso por primera vez fue bastante provocativo para
la comunidad científica. Pero después ha habido muchos trabajos sobre ello y
tiene mucho sentido. El estrés no es solo psicológico, también tiene efectos
físicos: acorta telómeros y produce inflamación, que se asocia al
envejecimiento.
¿Hay antídotos contra ese efecto del
estrés?
Sí, hay trabajos serios de Elizabeth
Blackburn que indican que practicas como la meditación o el ejercicio sirven
para alargar los telómeros. Antídotos farmacéuticos todavía no hay y aun queda
tiempo para que los haya. Pero sí hay cosas que todos podemos hacer para
retrasar el envejecimiento molecular. Y ahí es muy importante la educación y la
transmisión de calidad a la sociedad de estos temas para que puedan tomar decisiones
que mejoren su salud.
Mónica Salomone y María Blasco, en la
presentación del libro
Cuando
la periodista encuentra a la investigadora
"Me sorprendió darme cuenta de una
obviedad que me pareció muy poderosa: el nivel de educación está relacionado
con el nivel de salud y con longevidad. Esto significa que hay cosas que
podemos hacer todos para mejorar nuestras vidas. La gente que tiene más
información sobre cómo cuidarse, tiene mejor estado de salud y mayor
longevidad. Por supuesto hay excepciones. Pero las estadísticas van en este
sentido", señala Mónica Salomone, que formó equipo con María Blasco
para escribir "Morir joven, a los 140", donde se explican el
papel de los telómeros en el envejecimiento y la historia de cómo trabajan los
científicos para conseguir que vivamos más y mejor. Para María blasco, escribir
este libro "ha sido una labor de investigación", dice María.
Mónica Salomone aportó la curiosidad que debe ser innata al periodista:
"El libro plantea preguntas que me hacía yo y me respondía María, pero
había otras que surgían y que iban más allá de su investigación. Y para obtener
una respuesta sólida había que salir de ese campo del envejecimiento y
entrevistar a otros investigadores.
Muchas entrevistas las hicimos
juntas". Para María "eso fue lo más interesante, porque me
hicieron pensar de otra manera en algunos temas". Y es que, asegura
Mónica, "cuando un científico de muy alto nivel trabaja muy a fondo en su
campo no puede dedicar la misma intensidad a informarse sobre todas las
novedades. Yo he disfrutado mucho cuando María se asombraba por lo que le
contaban otros investigadores como Juan Luis Arsuaga o José María Ordovás.
Enseguida tenía que interrumpir su conversación porque no me enteraba de
nada". "Es muy enriquecedor salir de tu mundo para encontrar a
otros científicos y a gente que no lo es", corrobora María, que
asegura que las ideas para una investigación no siempre salen del laboratorio.
Qué cunda el ejemplo.
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