martes, 4 de abril de 2017

Socialismo... Andrés Ibañéz...

La palabra ‘socialismo’ en la Bolivia del siglo XIX Ricardo Aguilar periodista 26/02/2017
El periodista reseña el libro del investigador ruso Andrey Schelchkov, cuya presentación estaba prevista para el jueves en la Vicepresidencia.

Las ideas  del socialismo utópico circularon en Bolivia en el siglo XIX. Mientras que en
occidente se desarrollaban las teorías del socialismo utópico, en Bolivia hubo tres momentos en que se intentó o se propuso desarrollar movimientos políticos con programas inspirados en los teóricos socialistas franceses del siglo XIX.
El investigador ruso Andrey Schelchkov, en su nuevo libro La palabra ‘socialismo’ en Bolivia, siglo XIX, describe las afinidades de Isidoro Belzu, Casimiro Corral y Andrés Ibáñez con los distintos socialismos.
En los tres casos persiste una cercanía con las ideas del socialismo utópico, sobre todo el del socialismo cristiano de Lamennais (Hugues-Félicité-Robert de la Mennais), sin embargo, el libro muestra evidencias de que las ideas de otros socialistas eran conocidas en la Bolivia del XIX.
Belzu inició su gobierno con ideas incipientes de igualdad social y la preservación de los estamentos sociales del pueblo y de la defensa de sus fuentes de trabajo”, dice Schelchkov. "Él y sus partidarios (…) trataron de menguar la influencia de las oligarquías locales y construir una ‘república plebeya’”.

Llamó a una "revolución moral” para erradicar la corrupción y la "empleomanía”, en base al civismo, lealtad y la democracia. "Las ideas del abate Lamennais y del socialismo cristiano en general incluyeron mucho en el pensamiento belcista”, afirma.

La tesis de la propaganda belcista era "contraponer la pobreza de las clases populares portadoras de dignidad, del honor y del patriotismo—, a la riqueza de las capas parasitarias de la sociedad”.
 Basándose en los discursos atribuidos a Belzu, Schelchkov dice: "… Podemos llegar a la conclusión de que las ideas de Belzu estaban nutridas por el socialismo utópico y formado bajo los conceptos de Lamennais, Saint-Simon y Proudhon”.
El país debía ser manejado por "el mandato que prescriben la religión y el socialismo”, se lee en La Época, periódico.
Se le atribuye la frase que es casi una paráfrasis de Proudhon: "No más propiedad, no más propietarios, no más herencias; ¡abajo los aristócratas!”.
La participación política del paceño Casimiro Corral (1808-1897) fascina. El libro de Schechkov, editado por el Centro de Investigaciones Sociales (CIS), le dedica un capítulo.
De familia modesta, igual que Belzu, Corral fue un aliado de los cholos y artesanos. Fundó el periódico El Artesano. Su participación en el derrocamiento de Mariano Melgarejo lo llevó a la cúspide como político y fue nombrado Secretario General de Gobierno en 1871. En su corta gestión desmanteló la legislación anticampesina de Melgarejo y devolvió las tierras a los indígenas. Influenciado por Lamennais, dejó su pensamiento en el libro La doctrina del pueblo, publicado en Lima en 1869 y luego en La Paz en 1871.
Entre sus propuestas estaban un proceso de municipalización del poder político, lo que lo acerca a los ideólogos de la Comuna de París (1871). En 1870 encabezó un movimiento revolucionario al que sus rivales identificaron como comunista por plantear la "autonomía municipal” y la "autogestión ciudadana”.
En 1873, relata Schelchkov, fue candidato a la presidencia apoyado por los artesanos que lo proclamaban el sucesor de Belzu. Sus opositores lo acusaban de querer instalar una "horrenda comuna”, en referencia a la de París. En 1875, los corralistas se levantaron apoyados por un movimiento y quemaron el Palacio de Gobierno; poco armados, luego fueron aplastados por las tropas del Ejército.

Sin embargo, es posible que el caso más llamativo de ese siglo sea la Revolución Igualitaria de Andrés Ibáñez en Santa Cruz en la década del 70 en Santa Cruz. "(…) los años 1860-1870 están marcados por la fuerte diferenciación social en Santa Cruz”, dice el investigador. Se ve empobrecimiento frente a los ricos dueños de ingenios azucareros.
Entonces, se levantó un clamor en contra de la élite local y del Gobierno Central por el olvido del departamento. Desde la década del 60, en dos periódicos se difundían las ideas igualitaristas: La Montaña y Estrella del Oriente hablaban de la defensa del pobre, de sus derechos políticos y la igualdad.
En este contexto, en los 70s, se fundó el Club de la Igualdad (promovida por Carlos Melquiades Barberí, amigo de Ibáñez), abiertamente seguidores de Lamennais y declarados socialistas cristianos. Ibáñez protagonizó en 1869 la revolución contra Melgarejo, influenciado por el corralismo. A partir de ese momento fue considerado un héroe popular.
En 1971 fue candidato a diputado y en la campaña criticó la explotación de los bolivianos por parte de una élite criolla. Un número de La Estrella del Oriente de 1864 interpreta la frase de Proudhon: "La propiedad es un robo” y cita a muchos de los teóricos franceses de la Revolución de 1848 como Louis Blanc, Pierre Leroux y Étienne Cabet.
En la campaña por una diputación en julio de 1874, una publicación describe una anécdota: "Ibáñez y dos o tres más, una vez en la plaza, y después de algunos discursos y vítores al Dr. Corral, a los cholos, etcétera, y mueras a los ricos y nobles, arrojan las levitas (vestimenta de los pudientes) y se ponen chaquetas (vestimenta de los artesanos) y continúan su paseo”.
Ibáñez ganó una diputación en 1974 y la élite lo acusó de preparar una revolución. Logró escapar a la selva con 200 partidarios. En la ciudad la situación también era conflictiva por tener los igualitaristas  el control de la municipalidad.
El 27 de abril Ibáñez entró a Santa Cruz engrosando sus filas por deserciones de soldados y se enfrentó en el campo de El Trompillo. Cuando en 1876 Tomás Frías hizo una amnistía y llamó a elecciones, los igualitarios volvieron a Santa Cruz reiniciando sus actividades políticas. Pronto Daza golpeó a Frías antes de las elecciones y reprimió a los igualitarios. Ibáñez fue apresado...
En octubre, un motín militar se convirtió en sublevación y liberaron a Ibáñez y las autoridades huyeron. Los igualitaristas se reunieron en la plaza central y firmaron el Acta del Pueblo, que daba el poder a Ibáñez para gobernar el departamento con base en los principios igualitarios y declaraba el Federalismo. Ibáñez proclamó: "La igualdad con la propiedad es el desiderátum de la ventura de los pueblos. Esforcémonos por aproximarnos a él”, relata Schelchkov. Las élites entraron en pánico.
Fue visto por el poder central como un peligro socialista y se decidió que debían acabar con los igualitarios, cuyas propuestas eran fundar un banco para préstamos sin intereses para los artesanos, cobro de impuestos adicionales a los azucareros y distribución de tierras.
Cuando llegaron las tropas del Gobierno Central, los igualitarios fueron aplastados y sus líderes fusilados. "Así terminó el más sorprendente experimento social en la historia de Bolivia del siglo XIX”, finaliza Schelchkov.


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