El nuevo "tabaco"
El azúcar, la
leche... El miedo al producto que usamos a diario y resulta ser veneno vive en
estos hábitos.
Entre los muchos daños que ha perpetrado el tabaco a
lo largo de la historia se incluye el trauma que
ha incrustado en las pulsiones colectivas, el arquetipo del un producto cotidiano y de uso universal que, prácticamente de la noche a la mañana, se revela como veneno y causante de muertes o, en el mejor de los casos, pérdida de calidad de vida.
ha incrustado en las pulsiones colectivas, el arquetipo del un producto cotidiano y de uso universal que, prácticamente de la noche a la mañana, se revela como veneno y causante de muertes o, en el mejor de los casos, pérdida de calidad de vida.
Pero esa historia tiene ya su final. Fumar pasó de
ser un hábito generalizado a algo condenado. Y ahora, ya sea en aras de mejorar
aún más la salud del ser humano o por culpa de psicosis, el mundo parece
obsesionado por buscarle un sustituto.
Si uno googlea the new tobacco, la lista de alimentos
y hábitos que aparece es tan extensa y variada que pasa desde el azúcar –que
ostenta, si utilizáramos una jerarquía, el podio de ser el nuevo tabaco del
siglo XXI– la carne o la leche hasta los móviles, los rayos UVA, el estrés o,
por poner, hasta el porno.
Pero ¿hay algo de real en estas acusaciones o
realmente se nos está yendo de las manos? “Se habla mucho del nuevo tabaco pero
una cosa es una adicción a una sustancia y otra que elevemos a rango de
adicción a cualquier cosa. Además, hay que diferenciar entre una adicción
orgánica, como la que puede generar el azúcar al modificar muchos de los
neurotransmisores cerebrales, y una adicción conductual. Llamarle nuevo tabaco
a todo lo que uno le tiene manía es un poco exagerado. Es una etiqueta que no
sirve para todo”, confirma Antonio Escribano, miembro de la Comisión de Nutrición
y Hábitos Saludables del Comité Olímpico.
AZÚCAR
La acusación: Multitud de estudios
científicos señalan que el azúcar es ocho veces más adictiva que la cocaína,
han alertado de que la consumimos en exceso y, lo peor, sin ser conscientes de
ello porque, normalmente, lo identificamos con el azúcar refinada y los dulces
pero la gran mayoría de alimentos ya contiene de forma natural la cantidad
necesaria para una persona.
La dosis recomendada de azúcar al día por la OMS es
de 25 gramos al día (unas dos cucharadas y media), o lo que es lo mismo un 10%
de la ingesta calórica del día aunque, aseguran, lo ideal debería ser el 5%. En
cualquier caso, lo rebasamos de largo. ¿Consecuencias? Acumula grasas que
afectan al corazón y el sistema nervioso, aumenta la diabetes y la obesidad,
entre otros perjuicios.
La realidad:
“Hace un siglo, un ser humano no pasaba de un consumo de dos kilos de azúcar al
año. Hoy, en países como el nuestro o EE UU se consumen más de 70 kilos. Es una
locura”, explica Escribano. “El azúcar genera un comportamiento adictivo en
cuanto a conducta. Cuanto más consumes, más quieres. El páncreas es
moderadamente pequeño y está hecho para procesar el azúcar que conseguimos en
un medio natural, es decir el azúcar que ya llevan incorporados alimentos como
la fructosa de la fruta y el almidón de las legumbres o las harinas –que no lo
identificamos como azúcar pero es el azúcar de las plantas y la forma de
procesarla es la misma–. Por tanto, al cantidad de ya tomamos sin ser dulce o
refinada es una barbaridad. Esto genera que el páncreas no pueda metabolizarlo
todo y el aumento cada vez de más casos de diabetes tipo 2”.
¿Y es adictiva? “Normalmente nos referimos a una
sustancia adictiva cuando causa hábito o crea necesidad. Aunque no todas las
personas somos igual de susceptibles ante las mismas sustancias, mucha gente
utiliza este tipo de comida, junto con los aperitivos y la comida rápida, como
circuito de recompensa; como un modo de paliar el estrés o la ansiedad a través
de la ingesta de alimentos con los que obtienen placer”.
Nivel de
tabaquismo: 90%. “Se le puede dar al azúcar la categoría de tabaco en el
sentido maligno pero con el matiz de que el tabaco no lo necesitamos para nada
y el azúcar sí. Nuestro combustible más inmediato es la glucosa. El problema es
que lo necesitamos pero no en estas cantidades. Con el azúcar de cuatro o cinco
piezas de fruta y de los tubérculos estaríamos más que cubiertos”, remacha
Escribano.
CARNE
La acusación: La carne tiene una
reputación cada ver peor y no es cosa de los vegetarianos. De hecho, hasta el
reputado chef Alain Ducasse está relegándola a un segundo, o tercer, plano en
su carta. Los detractores de la carne aseguran que enfermedades mortales
relacionadas con el corazón, el cáncer o los accidentes cerebrovasculares están
íntimamente relacionadas con el consumo excesivo de productos animales. Y un
estudio de la Universidad del Sur de California-Davis, publicado en marzo,
afirma que el consumo en la mediana edad de una dieta rica en proteínas
animales –que acotan en un 20% de las calorías consumidas al día– provoca hasta
cuatro veces más probabilidades de morir por cáncer que quien toma una dieta
baja en proteínas –con menos de un 10%–, además de que existe más de un 20% de
opciones de morir mucho antes.
La realidad:
El doctor Escribano explica que un ser humano necesita un gramo de proteína por
kilo de peso y día, que obtenemos de la carne, el pescado, los huevos y algunas
legumbres. “Hay que saber que nuestro organismo necesita comer carne porque
contiene ocho aminoácidos esenciales para los humanos que no sintetizamos, sino
que los tenemos que ingerir. Con comer carne cuatro o cinco veces a la semana
es suficiente, y una de ellas debería ser carne roja. Y además, la carne no
contiene ninguna sustancia que pueda generar una adicción como desencadena el
azúcar”, señala Escribano.
No es el único coincide en que el consumo de carne no
tiene ningún problema asociado. “Por supuesto que se puede prescindir de carne
y pescado y pasarse al vegetarianismo. De la misma forma que hay gente que
prescinde de cualquier otro grupo de alimentos y no pasa nada. Ser vegetariano
es una opción, ni mejor ni peor desde el punto de vista nutricional. Es más
bien una opción que se hace por ética”. Pero recuerda, ante esta denominación
del nuevo tabaco, que “el ser humano ha consumido carne toda su vida, incluso
antes de consumir cereales y legumbres, por lo que estamos perfectamente
preparados para su consumo y no hay absolutamente ningún problema mientras sea carne
fresca, es decir, ni procesadas, ni fiambres ni modificadas en su composición
natural.
Nivel de
tabaquismo: 5%. “De los pocos inconvenientes que se le pueden sacar a la
carne uno sería el uso de nitritos y nitratos por parte de la industria
alimentaria, aunque en la mayoría de casos son necesarios para su conservación.
Lo ideal es que la carne proceda de aves y ganado no alimentados con piensos,
que dispongan de movilidad y lo menos medicalizados posible, pero un consumo
normal e incluso diario de carne no presenta problemas para nuestros niveles de
colesterol, al cual le afecta mucho peor el consumo excesivo de azúcares”. ¿Y
por qué se ha puesto a la carne en la diana? Responde Escribano: “Esta
corriente puede venir derivada del abuso del consumo de carne. Antes estaba
considerado un producto de lujo, no podemos olvidarlo. Ni tampoco el boom que
ha habido últimamente con las dietas hiperproteícas o el uso de las proteínas,
incluso sintéticas o esas que llaman de alta calidad, para aumentar la masa
muscular. Esto ha llevado a un consumo excesivo de proteínas, por ejemplo hoy
se come mucho atún o clara de huevo”.
LECHE
La acusación: Los lácteos son un
producto tan interiorizado en nuestra dieta que las posiciones son de lo más
encontradas sobre sus beneficios o perjuicios. “La leche es buena para los
terneros pero no para nosotros”, alegan los que consideran nocivo el consumo de
leche. Varios investigadores señalan que la leche y los productos lácteos
aumentan el riesgo de padecer cáncer de mama, de próstata, testículos u ovarios
así como enfermedades intestinales y estomacales. De hecho el Centro de Salud
Pública de la Universidad de Harvard destaca que "mientras que tomar
calcio cada día puede reducir el riesgo de osteoporosis y cáncer de colon, el
alto consumo puede incrementar el riesgo de padecer cáncer de próstata y de
ovario. Además, consumir productos lácteos diariamente aumenta los niveles de
grasas saturadas en nuestro organismo, así como de vitamina A, cuyos altos
niveles, paradójicamente, pueden hacer que nuestros huesos se debiliten".
En España el consumo de leche ha descendido un 15% en los últimos años y la
ingesta media es de un vaso de leche al día frente a las recomendaciones más
estandarizadas que hablan del beneficio de tomar de dos a tres vasos.
La realidad:
Dejando de lado los casos de intolerancia a la lactosa o alergias a alguno de
los componentes de la leche, lo más común a su proteína (la caseína), “no
existe ningún problema con el consumo de leche. Por supuesto, no es ni
adictiva, ni perjudicial, ni crea mucosidad como se suele decir, ni nada de
nada”, subraya Virginia Gómez. Su recomendación es tomar entre una y dos
raciones de lácteos al día aunque “al igual que en el caso de la carne y que
cualquier alimento, como poder, también se puede prescindir de ella sin que
pase nada. Sin embargo es una fuente interesante de calcio y vitamina D”.
Nivel de
tabaquismo: Un absoluto 0%. “La leche no tiene ninguna capacidad adictiva
en ningún sentido y no es perjudicial”, dice categórico Escribano. “La leche
animal está incluida en nuestra estructura desde hace miles de años. Y lo está
no por el calcio como se cree sino por la vitamina D: conforme fuimos emigrando
hacia al sur, al blanquearse nuestra piel al perder el contacto con el sol,
necesitamos más vitamina D”. Además, agrega para aquellos que dicen que “somos
el único animal que sigue tomando leche” que “ningún animal toma leche materna
después de la lactancia y el hombre tampoco. Tomamos leche como producto
animal”.
GLUTEN
La acusación: Diversas fuentes afirman que
el gluten se parece al tabaco en que es adictivo, proporciona al cuerpo energía
a corto plazo, y causa enfermedades al producir una inflamación crónica en el
intestino delgado que reduce la absorción de los nutrientes y puede conducir a
osteoporosis, fatiga y hasta cáncer. Por no hablar de la obesidad o problemas
respiratorios y de la piel. Estas son las acusaciones de los detractores del
gluten pero lo cierto es que está en el punto de mira desde hace tiempo. Los
últimos datos de 2013 revelaban que el 30% de adultos de EE UU, casi uno de
cada tres, ha dejado o intentan dejar de consumir productos con gluten.
La realidad:
“El gluten es el nombre que recibe el grupo mayoritario de proteínas de casi todos
los cereales: trigo, avena, cebada, centeno, kamut, espelta... A excepción de
un reducido grupo, como el arroz, maíz, mijo, quinoa... que no lo contienen”.
Sobre si es beneficio o no para la salud, obviando a celíacos y personas con
sensibilidad al gluten que no puede tomarlo, pero que “tras diversos estudios,
no se ha concluido que el consumo de gluten sea perjudicial y para la población
general no podemos desaconsejarlo así sin más”.
Nivel de
tabaquismo: Otro redondísimo 0%. “Hay mucha gente que sin ser celíaca ha
decidido eliminar el gluten de su dieta pero no hay un beneficio en ello. No
tiene sentido ni está descrito”, apostilla Escribano. ¿Entonces por qué este
movimiento antigluten? La respuesta a estas cosas suelen ser las modas, que
siempre tienen mucha influencia las caras conocidas como, por ejemplo, la
famosa dieta sin gluten que hizo el tenista Djokovic. Dejando de lado las
razones obvias de los celíacos, “la extensión de la glutenfobia al resto de la sociedad
tiene más que ver con la enfermiza obsesión por “lo sano” propia de estos
tiempos, y me temo que está provocada por una industria alimentaria que ha
visto un filón en el asunto”.
SEDENTARISMO
La realidad: Además de tener en cuenta
su papel en los problemas de sobrepeso y obesidad, considerados por la OMS como
una epidemia –uno de cada dos adultos españoles tiene sobrepeso y uno de cada
seis es obeso, según datos de la OCDE, y en los niños las tasas son más
alarmantes: el 26% de los varones y el 24% de las niñas tiene sobrepeso–, el
sedentarismo también puede ser la causa de enfermedades cardiovasculares,
diabetes, debilidad, reduce la longevidad hasta en cinco años, aumenta el
apetito o reduce la calidad del semen, entre otros múltiples efectos.
La realidad:
“No es algo adictivo conductual ni químicamente pero es un hábito nada deseable
porque el hombre no es un animal sedentario”, afirma Escribano. Además de los
datos anteriores, Gómez describe que llevar una vida sedentaria y una mala
alimentación “promueve un aumento de la resistencia a la insulina que cuando se
prolonga en el tiempo es fácil que acabe en una diabetes, y las comorbilidades
que conlleva que no son pocas; además de obesidad, hipertensión y todo el conjunto
de enfermedades que caracterizan al síndrome metabólico. Sin olvidarnos que un
80% de los cánceres que se padecen en el primer mundo están directamente
relacionados con el hecho de llevar una vida sedentaria y comer mucho y mal”.
Nivel de
tabaquismo: 75%. “El sedentarismo no solo es, junto al azúcar, el nuevo
tabaco; es que es mucho peor que el tabaco en cuanto a la merma que puede
suponer a la calidad de vida no hacer ejercicio y llevar una mala
alimentación”, afirma Virginia Gómez. Una práctica que debemos cambiar y que en
sitios como Silicon Valley ya se empieza a modificar celebrando las reuniones
caminando (walk and talk), de las que son fans Mark Zuckerberg o Jack Dorsey,
tal y como explicó el año pasado la escritora de negociosNilofer Merchant en una
de las conferencias TED. “Estar sentado es tan increíblemente frecuente que ni
siquiera cuestionamos lo mucho que lo estamos haciendo. Y porque todo el mundo
lo está haciendo, ni siquiera se nos ocurre que no está bien. Se ha convertido
en el tabaquismo de nuestra generación”.
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