El importante símbolo del catolicismo fue diseñado por el arquitecto francés Felipe Beltrés en 1839 y la obra fue impulsada por el obispo José Belisario Santistevan. 76 años después, los cruceños pudieron disfrutar de su templo, iluminado por un generador, hace un siglo. Víctor Hugo Limpias FACULTAD DE ARQUITECTURA, DISEÑO Y URBANISMO DE LA UPSA.- 16/08/2015
La consagración de la majestuosa catedral cruceña el 18 de agosto de 1915 fue producto del extraordinario liderazgo del obispo José Belisario Santistevan, quien
logró articular a toda la feligresía católica del oriente y amazonia boliviana para finalmente concretar el viejo anhelo de tener una Catedral digna, originalmente diseñada por el arquitecto francés Felipe Bertrés, en 1839.
logró articular a toda la feligresía católica del oriente y amazonia boliviana para finalmente concretar el viejo anhelo de tener una Catedral digna, originalmente diseñada por el arquitecto francés Felipe Bertrés, en 1839.
Mientras diseñaba los planos y el presupuesto, Bertrés mandó a construir hornos para cocer ladrillos y encontró yacimientos de cal próximos a la ciudad, creando las condiciones básicas para enfrentar una obra cuya tecnología y dimensiones eran desconocidas en el medio.
El 28 de septiembre de 1839, el arquitecto le informa al presidente Velasco: "Los cimientos se hallan excavados [...] los ladrillos se fabrican, la piedra calcárea se reúne en abundancia, los hornos se construyen".
Un documento extraordinario que ha sido preservado es el libro de cuentas del mismo arquitecto de la obra. Allí, indica que el 2 de julio de 1839 “se principió a demoler el antiguo templo para la construcción del nuevo”. Sin embargo, Bertrés tuvo que salir del país y la obra se paralizó en 1844 con los muros a 5 metros, y a partir de entonces, los esfuerzos para avanzar en su terminación sufrieron tropiezos.
En mayo de 1864 el Concejo Municipal encargó 1.200 quintales de cal, 30.000 piezas de ladrillo y en septiembre compró un solar contiguo al terreno de la catedral.
Finalmente, contrató al maestro Juan Fontana para que se haga cargo de las obras, logrando levantar dos cuerpos del campanario este. Gracias a las gestiones del obispo Juan José Valdivia, entre 1884 y 1886, los muros subieron hasta el nivel de imposta de la bóveda y se construyó el segundo campanario, algo diferente del primero.
El obispo Santistevan había logrado, entre 1891 y 1894, que los maestros Luciano Machuca y Gerardo Vaca terminen la mayor parte de la obra gruesa, revocando y enladrillando el interior de la iglesia. Varios artesanos carpinteros tallaron los tronos de las imágenes del altar nayor, destacándose entre ellos Juan Villarreal, Antonio Jiménez, y Manuel Lascano.
Pero para 1904 la enorme obra se encontraba aún inconclusa y faltaba mucho por hacer, y así, Santistevan organizó una junta impulsora, cuya primera tarea fue conseguir financiamiento de parte de algunas familias locales e industriales gomeros del norte amazónico.
Gracias a ello, el 29 de junio de 1904 se reinician oficialmente las obras, bajo la dirección del constructor francés León Mousnier, colaborado por los italianos Bernardo Cadario y Luis Queirolo, y el fraile Camilo Agrazar. El esfuerzo fue, esta vez, constante y no faltaron fondos. La comunidad entera participó apoyando al obispo y la junta.
El mismo Santistevan, a pesar de su edad y achaques, viajó en 1911 por su extensa diócesis, recopilando donaciones en las provincias cruceñas y en Beni, visitando localidades como Riberalta, San Ramón y Magdalena. Del total de recursos invertidos hasta la inauguración en 1915, alrededor del 60% del dinero provino de los propios vecinos de la ciudad, y el 40% restante, de Beni y del Territorio Nacional de Colonias (hoy Pando).
Las modificaciones más importantes al proyecto de 1839-43 se manifestaron en una sustancial ampliación de la longitud total del templo, en el retroceso del transepto, en el tipo de cubierta, y en la definición del interior de la nave.
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